Aquí no hay título

La verdad es que ni yo misma me entiendo.

No es tan fácil llevar un sentimiento así de incierto y confuso en el alma, y más allá sumergirlo en el silencio.

A veces siento que puedo vivir con ello, y otras simplemente desvanezco. Creo que te tuve muy cerca y nunca te pude hacer feliz, te adentraste tanto en mi a través de las miradas y me alegro tanto: no fueron necesarias ni las palabras, ni las caricias, ni las desgracias. Dicen que el amor es lo mejor del universo y realmente me encantaría conocerlo.

No he procurado buscar en otros ojos la luminancia que irradian los tuyos. A decir verdad podría gritarle al mundo que te quiero y que te necesito, pero ¿realmente eso es lo que siento? Ni yo lo sé de cierto. No me lamento el no haberte conocido, me lamento haberte conocido tanto sin que tú lo supieras.

A veces eso tan grande que tú me inspiras lo guardo en mi interior, otras lo grito al viento creyendo que uno de sus soplos llegará hasta tí para que me entiendas y otras lo escribo, así, como hoy.

He salido a las calles y mis pasos esperanzados se han hecho lentos; un encuentro inesperado se ha convertido en el sueño que los mantiene encadenados al suelo, a las idas y vueltas sin objeto.

He buscado las formas, he cuestionado mi vida; todo llega en su momento y si no, simplemente aquello se muere al tiempo que mi ansias y anhelos escriben esto.